María Jesús Lamarca Lapuente. Hipertexto: El nuevo concepto de documento en la cultura de la imagen. |
"Se protegía la
botella y no el vino."
“Darle a un texto un autor es imponerle a ese
texto un límite,
Roland Barthes: La muerte del autor.
"Si te dan papel pautado,
escribe por el otro lado". Desde la aparición de la imprenta hasta nuestros días, el concepto de autor se fue afianzando hasta configurar la idea de lo que hoy entendemos por tal. El proceso de fijar el texto, considerar la necesidad de una sociedad alfabetizada, reconocer la soberanía del autor, favorecer la creación de un canon de obras literarias y el nacimiento de todos y cado uno de los profesionales del libro, fue un proceso lento que llevó varios siglos. Sin embargo, el nacimiento del hipertexto y su acceso en red, han quebrado dos de los conceptos clave que llevaba aparejada la figura del autor: la fijación del texto y la pertenencia material del mismo, y ha tambaleado los cimientos de uno de los pilares básicos de la ciencia documental: el concepto de autoría. La red
permite no sólo leer los textos, sino también usarlos. Por
otro lado, el cambio de soporte material, esto es, el
paso del papel a la
pantalla y de un objeto físico único a un objeto "inmaterial" como son los
flujos electrónicos conduce a una cuestión de difícil solución ¿quién es el
propietario cuando se ha colgado un texto en la red y cualquier persona puede
acceder a él? En el mundo analógico, elaborar un libro requería diversas y
complejas tareas y la intervención de diferentes profesionales, desde el autor
intelectual del contenido al librero que lo vendía, pasando por editores,
maquetadores, impresores, encuadernadores, distribuidores, etc; pero la
edición y la
Como afirma John Perry Barlow
en su artículo Vender vino sin botellas: "La
franquicia se imponía en el preciso momento en que - la palabra se volvía carne
- al abandonar la mente de su creador y penetrar en algún objeto físico ya fuera
un libro o cualquier artilugio....Proteger la expresión física tenía a su favor
la fuerza de la comodidad. El Copyright funcionaba bien porque a pesar de Gutenberg,
era difícil hacer un libro. Falsificar o distribuir volúmenes falsificados,
intervenir una obra, era muy fácil pillar a alguien.... De este modo los
derechos de la invención y la autoría se vinculaban a actividades del mundo
físico ...el valor estaba en la transmisión y no en el pensamiento...se protegía
la botella y no el vino".
Lo cierto es que lo que han tenido
en cuenta hasta ahora los derechos de autor, no eran los contenidos en sí
mismos, sino el continente, esto es, el soporte físico. El libro impreso, el CD
de música o la cinta de vídeo eran los soportes
tradicionales sobre los que se formalizaban y comercializan los contenidos de
texto, audio o
vídeo y sobre los que se grababan y gravaban los
derechos de autor. El
hipertexto y el hipertexto por excelencia, la World Wide Web
es un texto universal de expresión escrita colectiva, un texto abierto que crece
a medida que los autores integran en la red sus propios textos y los enlazan en
esa telaraña universal capaz de contener toda la producción textual humana. En
la red, las fronteras de la propiedad se difuminan ya que cuando un autor cuelga
su obra en la red, dicha información se socializa y cualquier usuario puede
acceder a ella, copiarla y modificarla a su antojo. El plagio no es un problema
nuevo, lo que ocurre es que con los medios digitales "cortar y pegar" se ha
convertido en una tarea sencillísima, frente a la gran complejidad que suponía
realizar esta labor con los medios impresos.
En la cultura clásica, antes del
nacimiento del capitalismo, era corriente la utilización y recreación de textos
ajenos y así se generaron e hicieron realidad los libros sagrados de todas las
religiones, las obras de Homero y Sófocles...
Shakespeare es uno de los autores más valorados y son perfectamente conocidos su
plagios, Oscar Wilde regalaba historias para que otros las desarrollaran, James
Joyce integraba en sus obras páginas y textos de otros autores y Borges, a lo
largo e toda su obra, no dejó de jugar con los equívocos entre originales y
plagios.
El escritor Bernardo Atxaga va más lejos
afirmando que toda literatura es plagio e, incluso, en su "Leccioncilla sobre el
plagio" ofrece unas sencillas instrucciones para lograr un buen plagio
entre las que se encuentran: "tomar un texto clásico que ya nadie lee; pasarlo a
otro tiempo y otro lugar; cambiar los nombres propios y la persona del relato; y
enmascarar la narración de tal manera que los perezosos periodistas, dedicados a
una árida y obsoleta actividad, no lo reconozcan".
Sin llegar al extremo de aplicar el método de Atxaga, lo mejor
en ciertos casos es echar mano de las citas y referencias (a pie de página y/o
mediante el enlace correspondiente) pues este método permite cierta forma de
reconocimiento hacia el autor de la idea primigenia. La inclusión de citas y
referencias en el medio impreso ya vimos que era, precisamente, una de las
formas precursoras del hipertexto
antes de su materialización gracias a los nuevos medios informáticos. Lo que el hipertexto permitió fue, precisamente,
llevar a la práctica la posibilidad de enlazar no sólo referencias y citas, sino también
los textos mismos, y poder así no sólo situar la obra en contexto, sino ponerla
en relación con otros textos y unir obras literarias distintas aunque se hallen
separadas en el tiempo.
Para los seguidores de la idea del texto abierto como
Barthes, las ideas de Foucault de analizar la obra en contexto y no analizar al
autor, la transtextualidad de Gennette, las propuestas de
novela polifónica de Bajtin
y las ideas de otros muchos autores estructuralistas
que han sido profusamente analizados por George
Landow en relación al hipertexto y la
crítica literaria, el hipertexto era, precisamente, la puesta en práctica de
esta concepción metafórica del texto: una red de textos interconectados. Para
todos estos pensadores, lo que importaba era el texto en sí mismo, y no el
autor. De igual forma, en la sociedad de la
información y el conocimiento, cabe preguntarse si
lo importante es primar el derecho al acceso o primar los derechos de propiedad
sobre la información y el conocimiento.
En la red prima el acceso frente a la propiedad y los
esquemas del mundo impreso no sirven para el mundo digital, por eso cualquier
intento de mantener las anteriores normas morales o legales sobre derechos de
autor, edición y explotación se demuestran vanos, inadecuados, caducos y
obsoletos. Lo cierto es que la red está plagada de "Pierre Menards" y otros tantos "Fernández de
Avellaneda" al igual que ocurría antes y ocurre hoy en el medio impreso, pero también proliferan un gran número de "Jorges Luis Borges" y
"Migueles de Cervantes" que de forma desinteresada ponen sus obras y sus
conocimientos a disposición pública y que reniegan de las entidades de gestión
por arrogarse derechos que no les corresponden. El enfrentamiento abierto a cara
de perro entre los gestores de la industria cultural impresa y los usuarios de
Internet que exigen la libre circulación de la información y la cultura se suele
centrar no en la discusión sobre los derechos de autor de
Rafael Sánchez Ferlosio arremete así contra los
propios escritores que defienden la legislación actual sobre los derechos de
propiedad intelectual: "¿No saben los escritores que ellos no se deben a sí
mismos y a sus propios intereses, como los industriales, sino al público y a los
intereses públicos, que su deber no es el de ganar dinero, sino el de procurar
que tenga la mayor difusión posible lo que han discurrido y han escrito por
creerlo verdadero y digno de ser conocido por todos los demás? ¿No saben que ser
escritor y
Hasta el mundo de la ciencia se ha alzado en pie de guerra contra los
editores de las publicaciones científicas y muchos académicos e
investigadores, entre los que figura Tim Berners-Lee,
inventor de la World Wide Web y actualmente profesor
de la universidad británica de Southampton, piden al
Consejo de Investigaciones del Reino Unido que todos los documentos
de interés científico que hayan sido elaborados como consecuencia de
investigaciones financiadas por fondos públicos, estén abiertos y a
disposición de la comunidad científica a través de
Internet. En un gran número de países, incluida
España, las legislaciones sobre derechos de autor están actualmente en período
de modificación y los intereses de los antiguos mercaderes de la cultura se
intentan mantener frente a la emergencia de una nueva cultura nacida al albor
del mundo digital y de Internet.
Los dos tratados internacionales de la
OMPI/WIPO,
esto es, la Organización Mundial de la Propiedad En el caso de España, para
adaptarse a Internet se aprobó en el año 2002, la
Ley 34/2002 o Ley de Servicios
de la Sociedad de la Información y de Comercio Electrónico (LSSI) y en
2006, con el fin de transponer también la Directiva Europea,
se ha reformado la
Ley de Propiedad Intelectual
de 1996 (puede consultase la modificación en el Boletín del Congreso: En cuanto a la Directiva sobre patentes de
software de la Unión Europea, la legislación actual
europea prohíbe patentar software y algoritmos porque prohíbe patentar una idea
o registrar el copyright de una idea. Sólo se pueden registrar métodos o
mecanismos, no ideas. Sin embargo, tanto en Estados Unidos como en la
Unión Europea ya existen patentes de software, aunque no se las denomina así. El
concepto de patente es distinto al de copyright y ambos están regulados de forma
distinta. La patente es el monopolio sobre una invención y está regulado por la
legislación industrial, mientras que el copyright regula el derecho de
copia o reproducción de objetos.
El copyright es el derecho de reproducción o copia de
un texto, fonograma, imagen o programa de ordenador, y su resultado es un objeto
(o texto, o fonograma, etc.) duplicado del original. Si un libro está protegido
por copyright, se pueden repetir las ideas del mismo, pero no se puede
reproducir el libro entero ni tampoco partes de él, a menos que la editorial lo
autorice de forma expresa. Este derecho surgió dentro de la legislación
mercantil para proteger a unos editores frente a otros, pero nunca se entendió
como un medio de restringir el uso del libro y su difusión intelectual a la
sociedad. Junto al copyrigth y dentro del ámbito informático de
los defensores del código abierto, surgió el concepto de copyleft. El
copyleft nace con una intención social y con la idea de proteger la
libre circulación del código informático y del conocimiento que encierra para
que otras personas puedan continuar el proceso de mejorar o ampliar un trabajo. Se
basa en usar la legislación existente sobre copyright para proteger la
libertad de copia, modificación y redistribución (incluso la venta), en lugar de
restringirlas. No se trata, pues, de una medida anticopyright, pues el anticopy
no protege el uso libre, dado que puede apropiárselo cualquiera. Mediante el copyleft, el autor concede todos los
derechos que él posee sobre su obra
al resto de las personas con la única
condición es que cualquier trabajo derivado de la misma deba mantener estas
mismas libertades. De esta forma se asegura que lo que es libre nunca deje de
serlo. Que el software sea libre no significa que tenga una licencia copyleft
pues puede haber software libre que no se pueda copiar o modificar, lo que es
libre es su uso. Por el
contrario, el copyleft obliga a que cualquier trabajo derivado de una obra que
desee distribuirse, deba hacerse en las misma condiciones, esto es, las obras
derivadas deben llevar el mismo tipo de licencia que la obra de la que derivan.
El copyleft describe un grupo de licencias que se aplican en diversos
ámbitos. La plasmación del copyright
en el sector del software libre se realiza a través de la General Public
License (GPL) o
Licencia
Pública General y este método se ha utilizado en numerosa documentación
técnica (manuales, libros técnicos, etc.) a través de la licencia
GNU- Free Document
License (GFDL) o Licencia de Documentación Libre
GNU. Muchos han querido aplicar este mismo concepto a todo el ámbito de la
creación en general, ya sean libros, música, etc. Sin embargo, lo que puede
valer para el sector del software, puede no servir para otros ámbitos. Por
ejemplo, la modificación de un ensayo o cualquier otra obra de opinión o
expresión personal no tiene sentido, mientras que la modificación de un programa
de ordenador puede servir para mejorar y perfeccionar una aplicación o para
adaptarla a unas necesidades concretas. En el caso del sector editorial,
la plasmación del copyleft se realiza a través de las licencias
Creative
Commons. Según reza la propia explicación de esta licencia en la web:
http://es.creativecommons.org/licencia/, poner una obra bajo la
licencia Creative Commons no significa que no tenga copyright. Este tipo de
licencias ofrecen algunos derechos a terceras personas bajo ciertas condiciones.
Así pues, permiten cierta flexibilidad en la elección y no sólo el tradicional
"Todos los derechos reservados" o "Ningún derecho reservado" en que se
basa el copyrigth. Con las siguientes 4 condiciones combinadas, se puede escoger un total de 6
licencias Cretative Commons:
Reconocimiento (Attribution): El material creado por un artista
puede ser distribuido, copiado y exhibido por terceras personas si se muestra en
los créditos.
No Comercial (Non commercial): El material original y los
trabajos derivados pueden ser distribuidos, copiados y exhibidos mientras su uso
no sea comercial.
Sin Obra Derivada (No Derivate Works): El material creado por un
artista puede ser distribuido, copiado y exhibido pero no se puede utilizar para
crear un trabajo derivado del original.
Compartir Igual (Share alike): El material creado por un
artista puede ser modificado y distribuido pero bajo la misma licencia que el
material original. Mientras que el resto de licencias relativas al copyright
suelen ser "prohibitivas" puesto que establecen la prohibición de copiar,
distribuir, difundir o transformar; las licencia Creative Commons, por el
contrario, establecen permisos: permisos para copiar, distribuir, difundir,
exhibir, transformar o compartir. De esta forma, se establece la co-propiedad
del lector/usuario y se reconocen, en todos los casos,
los derechos morales del autor ya que la condición de reconocimiento o
atribución está presente en las 6 modalidades de licencias posibles. El colectivo Elástico ha creado un
proyecto denominado
Copyfight (http://www.elastico.net/copyfight/)
que pretende fomentar el debate sobre las diferentes licencias que reformulan la
noción de propiedad intelectual hoy existente, ya que los nuevos
medios de edición y distribución digital ofrecen la
oportunidad de que los autores tengan un control más directo sobre su propia
producción que la que ha imperado en los últimos 300 años en el medio impreso.
De esta forma, Copyfight funcionaría como un infraestructura para ayudar a los autores a
escoger la licencia que más se adapte a sus gustos e intereses personales y
profesionales. También existen otra serie de
licencias
Creative
Commons relativas al
Dominio Público, para
Naciones
en desarrollo,
Copyright de los Fundadores,
Sampling
para audio y vídeo o fragmentos de estos,
CC-GNU- GPL,
CC-GNU-LGPL
o
Wikis. Además, recomiendan publicar en ciertos lugares que
trabajan con licencias de Creative Commons y donde es posible publicar obras si no se tiene un espacio web
propio, como:
Pero además de estas licencias, en la red existen
otros modos de afianzar la autoría intelectual y la integridad de
una obra. Por un lado contamos con elementos normalizados internacionalmente que
permiten la localización del documento o recurso por medio de referencias que
van desde el sistema más común utilizado: el Uniform
Resource Locator (URL), a otros más sofisticados como el
Uniform Resource Identifier (URI) o el
Persistent Uniform Resource Locator (PURL), y por
otro, se pueden utilizar los tradicionales ISBN,
ISSN y demás
números normalizados de la misma familia
que sirven tanto para obras impresas como para publicaciones online; pero
además, se han desarrollado una serie de nuevos identificadores de obras o recursos
concretos como el Digital Object Identifier DOI
promovido por un grupo de editores para identificar objetos digitales, el
Serial Item Contribution Identifier SICI para
identificar publicaciones periódicas, el Book Item
and Contribution Identifier (BICI) o el
Publisher's Item Identifier (PII) para identificar editores.
Estos últimos identificadores se asemejan a los
códigos numéricos de identificación existentes para el mundo impreso, como el
International Standard BookNumber (ISBN)
o Número Internacional Normalizado de Libros, o el
International Standard Serial Number (ISSN)
o Número Internacional Normalizado de Publicaciones Periódicas que también
funciona para las revistas presentes en la red. Pero las confrontaciones entre
el mundo impreso y el mundo digital están a la orden del día. No han existido
problemas al respecto cuando se solicita un ISSN para una revista en la red,
pero sí se han presentado objeciones en el caso de los
blogs. Ante la negativa de la
Administración
española para otorgar un número de ISSN a los
blogs de Internet,
nace el 2 de febrero de 2006 y, al margen de los organismos responsables, el
International
Blog Serial Number (IBSN), esto es, el Número Internacional Normalizado para
los Blogs que, al igual que el ISBN consta de 10 cifras y sirve para identificar
los cuadernos de bitácora presentes en la red.
La idea de crear un número paralelo para identificar los blogs, partió de la
comunidad hispana, en concreto, de
Fernando Tricas García
quien creó el blog
IBSN (http://ibsn.blogia.com/)
que hoy continúa activo y sigue ofreciendo información sobre el tema.
Sin embargo, la solicitud del IBSN se realiza en la web del grupo de
programación HeWop, nacido en la Universidad de Granada:
http://www.hewop.com/~ibsn/add.php y existe un wiki gestionado por
Antonio Tausiet donde se ofrece información para el registro:
http://ibsn.wiki.mailxmail.com/ Así pues, el proyecto IBSN es no sólo
una muestra de la incompetencia de las autoridades culturales internacionales y
nacionales en materia del libro y bibliotecas que siguen anclados en el mundo
impreso y no son capaces de adaptarse no ya al futuro, sino al presente, sino
que es también una
muestra del trabajo colaborativo en la red y de las respuestas rápidas que
ofrece a los retos del presente pues, además de las personas citadas
anteriormente que han participado en las actividades de registro, gestión,
etc. han colaborado otras muchas creando y generando el código de barras, el
conversor de texto a IBSN o el script para mantener la lista de los blogs
registrados. Otra iniciativa
similar al IBSN es el proyecto de Numly Numbers que creó el
Electronic Serial Number (ESNs)
(http://numly.com/esbn/default.asp)
para contenido digital y media. Este identificador consta de 19 cifras.
En realidad, la figura del editor viene a ser, en el
medio digital, la del propietario del sitio web donde se alberga el documento o
recurso en cuestión, y cuando es el mismo autor el que se publica en la Web,
debería tener los mismos derechos que el anterior. La razón esgrimida por
el Centro Nacional
Español del ISSN dependiente de la Biblioteca Nacional, al igual que otras
negativas similares procedentes del
Centro Internacional del ISSN
para conceder el ISSN a los blogs, es la tipología de estas publicaciones, su
carácter efímero y por ser, esencialmente, páginas personales. Sin embargo, el
ISSN se concede antes de su publicación y muchas publicaciones periódicas
impresas cierran tras editar uno o dos números. Vemos que los
usuarios van por delante, incluso, de las instituciones
normalizadoras en el mundo de la biblioteconomía y documentación que todavía no
logran o no quieren "adaptarse" al mundo digital y a la red. El hipertexto es
una forma de escritura que potencia la producción y creación textual.
En la denominada Web 2 se vuelve a poner de
actualidad la cultura escrita, durante mucho tiempo solapada por la cultura del
audiovisual. No hay más
que comprobar la proliferación de esa nueva forma de escritura que son los En el mundo
digital existen ciertos
formatos que permiten mantener la integridad de la obra en mayor medida que otros, este es el caso de los
documentos en formato PDF, puesto que se muestran en
pantalla cerrados e inmodificables y
con la misma forma con el que están preparados para la impresión. Por eso el Sin embargo, a pesar de los esfuerzos por
mantener la obra íntegra, la conectividad del
hipertexto parece romper las fronteras mismas del texto. La
navegación que permite al
usuario elegir sus propios caminos de
lectura y la posibilidad de que una obra sea enlazada
en un contexto diferente para el que fue creado, hace que sea el lector y no el
autor, quien verdaderamente tenga el control sobre el texto. En
Del
hipertexto al hipermedia, Carles Tomas i Puig habla de descentralización de la
autoría. "El medio de comunicación interactivo de red no acepta
una única voz dictatorial materializada en una obra inmodificable, sino que
potencia el diálogo entre los actores de los procesos comunicativos, como
consecuencia del carácter abierto y plural de su lenguaje y de su
estructura. La mayoría de productos culturales incluyen nociones de propiedad y
unicidad del creador que el hipermedia hace insostenibles".
Para este autor, el usuario de un
sistema multimediático o hipermediático puede realizar 3 tipos de aportaciones
en relación a la construcción particular y colectiva de conocimiento: colaborar con
el autor aportar
conjuntamente con otros usuarios informaciones susceptibles de ser incluidas en
la obra constituirse en
instancia emisora En último término, es el usuario
quien construye el texto y, si además se incluyen otras herramientas
interactivas aparte de la mera navegación, hablamos de una autoría múltiple. El hipertexto, por sus características estructurales,
es una herramienta de gran potencia para el trabajo colaborativo. Una de estas
características es que el hipertexto es un texto abierto a la interacción
entre el autor y el lector. Usando una serie de herramientas y
servicios de Internet (tales como el
correo electrónico, los
chats, los formularios de preguntas y
respuestas, los grupos de discusión,
foros de debate, etc.) es posible mantener una comunicación
activa entre ambos. Asimismo, estas interacciones se pueden producir al interior de un grupo de
trabajo, entre profesor y alumnos, entre los propios alumnos, etc. Pero también
existen nuevos formatos que son, en sí mismos, herramientas para la autoría
múltiple. Es el caso no sólo de los blogs,
sino de
wikis, folksonomías, etc. e incluso de medios tradicionales como los
periódicos, que ya no se conciben sin una función nueva añadida: dar voz a los
lectores. Las tradicionales cartas al director con una sección muy reducida en
los medios impresos, crecen exponencialmente en el medio digital y a estos se
añaden otras herramientas de participación como foros de debate sobre temas
concretos, encuestas de opinión, etc.
Además, esta forma de escritura anima a la
participación, a que los lectores se conviertan a su vez en escritores. Los usuarios de la Web 2.0 no
son lectores, sino escritores.
Se
produce así, en el mismo acto de comunicación, un paso de lo oral a lo escrito.
La explosión en el uso de los teléfonos móviles ha sorprendido a más de uno ya
que la conversación, sobre todo en el caso de lo jóvenes, ha sido sustituida por
la escritura de mensajes SMS. Y esto se ha producido en un medio como el
teléfono que ha sido, hasta ahora, el medio por excelencia para la comunicación
oral. Al margen de cuestiones lingüísticas relativas a
estas nuevas formas de escritura, muy criticadas por los guardianes del
lenguaje, lo cierto es que el hipertexto ha dado un vuelco al canal tradicional
de comunicación e información y que el medio escrito está suplantando al medio
oral. La naciente televisión digital terrestre es una clara muestra de ello y
hoy podemos navegar por los (hiper)textos de información de los canales y de la
programación, al igual que existen pantallas de información escrita en las
paradas de autobuses, aeropuertos, entidades bancarias, hospitales, etc. E,
incluso, se sobreimprime información escrita debajo de las imágenes de los
telediarios. El hipertexto es, básicamente, información textual escrita. Si en
los últimos 50 años la radio y la televisión han sido las reinas del universo
informativo, hoy Internet les está ganando terreno. El texto sobre pantalla está
ganando terreno al audiovisual.
Por otro lado, la
posibilidad de que un autor pueda crear y editar su propia obra da rienda suelta
a la creatividad. Si con el texto impreso los autores ya jugaron con las formas
y las posibilidades limitadas de lectura que poseía el
texto impreso (es el caso de Apollinaire,
Julio Cortázar,
Italo Calvino,
Raymond
Queneau, etc.), la escritura digital permite jugar mucho más con la lectura
y con la expresión formal. La naturaleza misma de la información digital y las
posibilidades del medio hipertextual han dado lugar a una literatura
experimental y artística dentro de la red. A lo largo de esta tesis ya hemos
tratado algunos aspectos que tienen que ver con estas nuevas formas de
expresión, como son la hiperficción o
narrativa hipertextual, la poesía visual
y el arte digital, todas ellas posibles
gracias a características nuevas que introduce el hipertexto como la
digitalidad, la multimedialidad, la
interactividad, el dinamismo,
la multisecuencialidad, la posibilidad de generar
nuevas estructuras,
la confluencia de la imagen, el texto, el
sonido, el movimiento o la
tridimensionalidad
etc. Belén Gache en su
libros de ensayos Escrituras nómades: del libro perdido al
hipertexto, hace un recorrido histórico-literario por las formas y autores
de la no linealidad, la interactividad, el
salto material del signo, Y, junto a la
belleza de la creación artística, también surgen la "belleza" y la
"funcionalidad" tecnológicas, esto es, el arte del
diseño web, y el arte de la
usabilidad. Si en la edición tradicional, en cada etapa del desarrollo de un
libro o documento
suelen intervenir varias personas que desempeñan un rol particular en las
distintas versiones de actualización y control y que se pueden agrupar en dos
grandes sectores: aquellos cuya función tiene que ver con la autoría del
contenido intelectual del mismo y aquellos cuya función se refiere a las formas
de presentación de dicho contenido, en la edición en línea estas dos labores se
amplifican y cobra mucha importancia este segundo aspecto. Diseñar una web
precisa no sólo estructurar el conocimiento y la información, sino también
realizar el diseño gráfico de las páginas, diseñar su usabilidad, accesibilidad
e interacción y realizar otras muchas tareas de programación. En la edición tradicional contamos con el
autor propiamente dicho,
que es quien crea el contenido del documento; con el corrector que es quien
modifica las cuestiones de estilo y los aspectos gramaticales del documento,
pero no el contenido; con el editor
que comprueba el documento y puede realizar cambios relacionados con la línea
editorial del mismo; y con el impresor que funde texto e
ilustraciones para dar la forma final al documento y prepararlo
para la salida a imprenta o para la publicación online. En este último
caso, a las figuras anteriores se sumarán una serie de formas de autoría y
funciones nuevas que tienen que ver con el diseño, la presentación y el
mantenimiento de la web (como hemos visto en el caso del
diseñador web,
gestor web, webmaster coordinador, etc.), pero también
aparecen una serie de funciones de carácter más técnico, que tienen que ver con
el establecimiento de utilidades y rutinas informáticas que aporten alguna
funcionalidad o servicios determinados en los documentos en línea, como pueden
ser las bases de datos integradas, los servicios de pago on line, el
establecimiento de foros de discusión en línea, la posibilidad de descargar
archivos desde el sitio web, el establecimiento de contraseñas para el
acceso a los documentos, el diseño de formularios en línea para la suscripción o
el pago de servicios, la autentificación o certificación de que la información
contenida corresponde a una organización determinada, etc. Aquí hacen su entrada
los diseñadores y gestores de bases de datos y otras funciones relacionadas con
la accesibilidad, el acceso compartido, la seguridad del sitio web, etc.
Pero también existen funciones nuevas que tienen que ver con el análisis del
contenido previo a su publicación, como son la estructuración y el marcado del
documento mediante metadatos, el uso de
tesauros para establecer descriptores y palabras
clave, el conocimiento y establecimiento de normas y estándares que posibiliten
la recuperación posterior del documento y de la información, etc. Y también
otras funciones que deben realizarse después de la publicación del documento,
como son darse de alta en los principales índices y buscadores de Internet para
que las páginas web y la información en ellas contenida sean
indizadas
correctamente, difundir la existencia de la web por otros medios, etc.
Estas últimas funciones entran de lleno en el campo de los trabajos técnicos de la
ciencia documental. Así pues, el diseño de un documento web, puede oscilar desde una labor
sumamente simple como es elaborar un página web sencilla y colgarla en la
red, operación que puede ser llevada a cabo por el propio autor; hasta llegar a
convertirse en un proceso enormemente complejo en el que intervienen y colaboran
un enorme número de personas y grupos de trabajo con una gran variedad de
labores técnicas de muy diverso signo. Lo que es cierto es que
la digitalidad y el hipertexto brindan, por primera vez, la oportunidad material
de que cualquiera se convierta en autor y pueda difundir su obra ante una
ingente y potencial comunidad de lectores. Otra cosa bien diferente es la
materialización económica, cultural y social de tal oportunidad. Y que
también el hipertexto da paso no sólo a nuevas formas de autoría individual,
sino también a nuevas
modalidades de autoría colectiva tales como la autoría múltiple y la autoría
colaborativa. Además, gracias al hipertexto, la relación entre autor y
lector que hasta ahora se había configurado como un
proceso lineal y unívoco: autor - texto - lector, se convierte en
un proceso multidireccional que se puede resumir como: autor
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Fecha de Actualización:
08/12/2013
Fundación Ricardo Lamarca, Ajedrez y
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