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Según el estudio de Peter Lyman y Hal
R. Varian, How Much Information? 2003 se estima
que la información crece un 30% cada año desde el período 1999 a 2002 y se producen cada año entre uno y dos
exabytes de información nueva (mil
millones de gigabytes ó 1018 bytes),
el 60% de la cual corresponde a información digital.
Los resultados de este estudio son concluyentes, la información impresa parece insignificante comparada con la masa
de contenido total producida año tras año en el mundo: un menguado 0,003%, y lo
que predomina es el contenido digital. Dicho contenido no sólo ocupa el volumen más grande
de información, sino que se trata del formato con más rápido crecimiento. Si el
soporte papel y las películas tienen unas tasas de crecimiento bajas, los medios
ópticos y
magnéticos se duplican cada año. Los nuevos soportes
de la información triunfan. Hoy, la mayor parte de los documentos nacen
digitales, sobre todo los
textos, y lo mismo está ocurriendo con las imágenes.
Los soportes ópticos que incluyen
CDs de audio,
CD-ROMs y DVDs, aglutinan la cantidad anual
de 83 terabytes de información, mientras que los
soportes magnéticos (discos duros de
ordenadores y servidores, disquetes, cintas
de audiocasete o
videocasete,
tarjetas de memoria, discos zip, etc.)
almacenan 1.693.000 terabytes, ó 1,7
exabytes.
Por
su parte, la World Wide Web aglutinó en 2002 un
total de 532.897 terabytes de información, de los que 167
terabytes
correspondían a la Web accesible y navegable y 91.850 a la llamada
Web invisible. El resto corresponde a a
mensajes electrónicos y mensajería instantánea. Este volumen de 167
terabytes, contando únicamente las
páginas webs fijas, se corresponde con 17 veces el tamaño de los fondos impresos
de la mayor biblioteca del mundo: la
Biblioteca del Congreso de los Estados
Unidos.
Desde
la antigüedad han existido intentos de compilar todo el saber humano en grandes
bibliotecas universales como la Biblioteca de Alejandría. El enciclopedismo y la
macropaedia de los siglos XVII y XVIII fueron los primeros intentos reales de
organización de la información de forma asociativa y no lineal (Enciclopedia Británica,1768),
y a esto se suman los antiguos ideales libertarios de acceso igualitario a la
información y al conocimiento. La palabra enciclopedia procede de un
término latinizado a partir del griego eu-kuklios paideia, que
etimológicamente significa, el círculo (kuklios)
perfecto (eu) de conocimiento o de educación (paideia).
El nacimiento del hipertexto ha alimentado la idea de que el ideal enciclopedista del siglo XVII,
esto es, organizar todo el conocimiento humano en un corpus unificado y
estructurado, es ahora técnica y materialmente posible.
La creciente especialización del conocimiento y el desarrollo científico han conducido a la idea de que
es necesaria
la existencia de una completa exposición del conocimiento. Sin embargo, esta
idea viene ya de antiguo. Desde Varro (siglo I a.C.) con su "Rerum Divinorum et
Humanorum Antiquitates" y Plinio con su "Historia Naturalis" (siglo I d.C.), pasando por
"Las Etimologías" de San Isidoro (Siglo VII
d.C), "Tradentis Disciplines" de Luis Vives (1531) y la "En cyclopaedia Ominia
Sciences" Alsted (1630), hasta llegar a
la "Encyclopédie ou Dictionnaire Raisonné des Sciences, des Arts et des Métiers" (siglo XVIII) de Diderot y D'Alembert, la
"Encyclopaedia Britannica" (1768-1771) o "The International Encyclopaedia of
Unified Science" (1938) de Otto Neurath, se puede decir que la
enciclopedia ha recorrido un camino imparable que ha desembocado en la
Web Wide
World, con las posibilidades que hoy ofrece el hipertexto.
Una enciclopedia no es un diccionario, un diccionario se refiere únicamente al lenguaje
utilizado en un momento histórico dado y pretende ser un compendio de palabras y
sus correspondientes significados que se refleja en una obra de carácter cerrado. La enciclopedia, por el contrario, posee una
estructura semánticamente abierta, recoge tanto el mundo de las palabras como
el de los hechos, cómo se denominan las cosas y los acontecimientos y cómo se conocen. Aunque las enciclopedias se
pueden estructurar de la misma forma que los diccionarios, presentando las
entradas por orden alfabético (no lo hicieron así hasta el siglo XVIII), su función es bastante distinta y no se refiere
sólo a las palabras y sus definiciones, sino que abarcan muchos más aspectos
del conocimiento.
Sin embargo, enciclopedias y diccionarios tradicionales comparten una
característica que los hermanan con el hipertexto: la fragmentariedad y
discontinuidad que presentan en el texto.
Diccionarios y enciclopedias
constan de bloques de texto independientes a la manera de los
nodos de un hipertexto, organizados por medio de entradas
ordenadas alfabéticamente o que siguen una estructura conceptual, temática o
semántica concreta, perteneciente a uno o varios campos del saber. La
Enciclopedia Británica ya desde su primera edición en 1768-1771 adopta un modelo
mixto que combina la ordenación alfabética y disciplinar, y a partir de la 15ª
edición de 1973-1974, pasa a conjugar el orden alfabético con el temático. A menudo
es difícil separar los conceptos o establecer de manera unívoca qué conceptos
se enmarcan en un campo temático concreto, puesto que existen conceptos
relacionados, cruces entre distintas disciplinas, etc. Su parecido con la
organización y estructuración de un hipertexto, es pues, notable ya que el hipertexto no sólo
hace posible reunir todo el conocimiento en un único lugar, sino que permite
aunar los distintos fragmentos pertenecientes a campos semánticos o temáticos diferentes y
hace posible el establecimiento de relaciones entre ellos por medio de
enlaces
que conectan los distintos ámbitos del conocimiento. Los
enlaces y sus
conexiones, nos permiten movernos libremente de una parte a otra del texto de
acuerdo con las posibles y múltiples relaciones que se establezcan.
La principal característica de la enciclopedia, además de su
discontinuidad, es su condición de texto abierto y sin límites. Las relaciones
y combinaciones pueden establecerse de forma ilimitada y la enciclopedia puede
ampliarse de forma constante. Un número concreto de páginas contiene una
red
discreta de elementos que se articulan de acuerdo a un indeterminado número de
combinaciones.
Igual que en las enciclopedias tradicionales el
lector puede seguir su propia
ruta yendo de una entrada a otra, el hipertexto proporciona nuevas
posibilidades: conexiones cruzadas, referencias internas, enlaces directos a
otros textos dentro del propio documento o
hiperdocumento, permite expandirse por la
red,
etc.
La enciclopedia ha sido siempre una obra de consulta en la que la
lectura lineal o secuencial se convierte en un absurdo. La
enciclopedia sirve para indagar,
investigar, ir de un término a otro, navegar de forma azarosa por las distintas
secuencias y optar en cada momento por seguir uno u otro camino. Se trata de un
recurso didáctico flexible que permite diferentes grados de profundización en la
lectura y cuya ruta es marcada por el propio
lector en el
momento de la lectura. Pero aunque la enciclopedia no se ha intentado utilizar
para ofrecer una enseñanza secuencial, guiada, sistematizada y ordenada, sino
multisecuencial y aleatoria, sí
que posee un carácter cultural y un papel eminentemente educativo y pedagógico y, por
supuesto, debe ser elaborada y construida de una forma ordenada y
sistemática.
Una enciclopedia no puede ser un conglomerado desordenado de fragmentos, una
miscelánea sin sentido o una mera conjunción de elementos, sino que tiene que
ser un cuerpo bien ordenado, presentado y articulado de forma coherente. Esto
presupone que, previa a la presentación, debe existir un plan mental que puede
ser representado por un mapa conceptual que
permita la sistematización del conocimiento, o por lo menos, una
sistematización del ámbito del conocimiento concreto que vamos a tratar. Si la
presentación de las entradas no se realiza por orden alfabético, debemos
buscar otro tipo de organización lógico y coherente y mantener esa perspectiva
a lo largo de toda la obra. Hay que tener en cuenta a la hora de estructurar el
contenido, aspectos tales como la cantidad y cualidad de las entradas, la
inclusión o exclusión de los temas y subtemas, o el establecimiento de
relaciones y las conexiones necesarias para la estructuración, jerarquización o articulación del contenido.
El hipertexto nos permite, a su vez, establecer distintos niveles para la
profundización en el conocimiento que ofrece la enciclopedia. Se puede ahondar
más o menos en un tema concreto y estructurar en distintos niveles los
conocimientos: desde los más básicos generales, hasta llegar a
los conocimientos más detallados y exhaustivos. Podemos hablar así, de
gradualidad o modularidad.
De igual forma, la sistematización en el establecimiento de
conexiones, el
uso de enlaces entre los términos y la práctica y
puesta en marcha de un conocimiento universal y cooperativo, hace de la
enciclopedia un artefacto idóneo para avanzar en el conocimiento.
Una enciclopedia encierra, además, un conocimiento compartido, fruto de la
amplia comunidad del conocimiento. Si bien las primera obras enciclopédicas
como las de Varro, Plinio, San Isidoro, Luis Vives, etc. eran obras
individuales, se trataba también de compendios de una o más disciplinas, pero
que recogían un saber acumulado a lo largo de varios años de historia del
conocimiento. A partir del siglo XVIII, y debido sobre todo a la
especialización del conocimiento y a las dimensiones que adquiere el gran
corpus del saber que se quiere compendiar en una única obra, se considera que
la enciclopedia sólo puede ser abordada por medio de un autor múltiple. Y
además de los autores y colaboradores reconocidos como tales, la enciclopedia
recoge referencias de autores anónimos, cita a otros autores concretos, recoge
distintas perspectivas y opiniones de autores individuales, etc. La enciclopedia
se nutre y alimenta de una multiplicidad y diversidad de fuentes y autores. La enciclopedia
supone, pues, un trabajo colectivo que, por su extensión o por conjugar
diversos ámbitos de conocimiento, requiere del trabajo conjunto de varias
personas o de la reunión de expertos pertenecientes a diversas disciplinas o
procedentes de campos distintos del conocimiento. Por su parte, el hipertexto
permite y pide a gritos un autor múltiple y la conexión de fuentes de muy
diverso signo.
Un claro ejemplo de este hecho lo constituye
Wikipedia, la
enciclopedia libre, accesible y gratuita en la red que se redacta entre voluntarios en más
de 50 idiomas.
El nombre de esta enciclopedia ha sido tomado del término wiki wiki que
significa rápido en lengua hawaiana. Este término y su abreviatura
wiki se utilizan frecuentemente en la Web para referirse a una colección
de páginas web enlazadas, esto es, formando un hipertexto, pero con la
característica añadida de que se trata de un hipertexto colaborativo en el que
participan las personas que lo deseen. (También se denomina wiki a la
aplicación informática colaborativa que permite que documentos web sean
creados colectivamente sin que la revisión del contenido sea necesaria antes
de su aceptación para ser publicado).
Una característica propia de las enciclopedias tradicionales
es que suelen incluir ilustraciones, tablas, mapas, fotografías, esquemas,
diagramas, dibujos e imágenes de todo tipo con el fin de hacer más claras y
fáciles las explicaciones, por lo que dichas enciclopedias ilustradas pueden
caracterizarse como obras multimedia por conjugar
texto e imágenes de diferentes tipos. La digitalidad
del hipertexto permite integrar
todos estos elementos y conjuga elementos textuales con otras
morfologías además de la
imagen, ahora puede incluirse audio y otros
recursos audiovisuales, etc. yendo un
paso más allá en la consecución de la multimedidad. La enciclopedia se convierte así en una especie de
museo textual
universal, entendiendo el texto en su sentido amplio.
El enciclopedismo ha cobrado una nueva vigencia no sólo debido a la
creciente especialización del conocimiento científico y a la enorme
proliferación de datos e información, sino también debido a los nuevas
potencialidades que ofrecen el hipertexto e Internet. Enciclopedias como
The Encyclopaedia Universalis (1968-1975), las últimas ediciones de la Enciclopedia Británica (1973-1974) y la
Enciclopedia
Einaudi (1977-1984) con sus ediciones en línea, son
una clara muestra de que el hipertexto es una herramienta utilísima e
imprescindible para presentar, organizar y acceder al conocimiento compendiado
en estas obras de referencia.
Además, la idea de Diderot y D'Alembert, y sobre todo, el proyecto de
Leibnitz del
"Atlas Universalis", quien pretendió
establecer un modelo teórico riguroso para la estructuración sistemática del
conocimiento humano están hoy más vigentes que nunca y existen actualmente muchos
proyectos que tienen como fin la construcción y elaboración
de grandes Enciclopedias digitales en diversas áreas del conocimiento e
incluso, ha resurgido la idea de hacer realidad la enciclopedia universal en la
red. El docuverso de Nelson, con su red universal de ordenadores
interconectados, no es otra cosa que la idea de una enciclopedia universal
interconectada y la Web semántica es el intento de
su ordenación y clasificación temática y disciplinar a través del
establecimiento de grandes tesauros y
ontologías de los diversos campos del conocimiento.
Sin embargo, si una enciclopedia representa una exposición de la totalidad del saber
adquirido por la humanidad en un determinado momento ¿qué opinarán nuestros
descendientes cuando vean que la enciclopedia de principios del siglo XXI es un
conglomerado desordenado de documentos de todo tipo ya que lo que contiene la
World Wide Web no es sólo un corpus de
conocimientos, sino páginas personales, operaciones mercantiles, noticias
intranscendentes, junto a temas serios y disciplinas de muy diverso signo y
tratamiento?
Sin embargo, la Web ha logrado traer a un único lugar la información dispersa
y, al igual que la Biblioteca de Alejandría, el hipertexto de la
WWW promete el acceso universal
a todos los textos escritos a lo largo de la historia, a toda esa serie de
información que antes se hallaba dispersa y encerrada entre los muros de las
bibliotecas o que todavía no había visto la luz. El problema es que la
Web no es
una memoria organizada, sino caótica, redundante y, a menudo, falsa. ¿Cómo distinguir el grano de la paja? Desgraciada o afortunadamente, los
documentalistas seguiremos siendo necesarios y hoy se empiezan a aplicar las
viejas técnicas y antiguas herramientas bibliotecarias:
tesauros, ontologías,
clasificaciones, uso de descriptores, etc. adaptadas a los nuevos tiempos
tecnológicos con el fin de construir la llamada Web
Semántica.
Una lista exhaustiva de enciclopedias en línea y otras
recursos de referencia se muestra en el capítulo de esta tesis:
Recursos de referencia.
Bibliografía
CONKLIN, Jeff. "Hypertext: An Introduction and Survey".
IEEE Computer, September 1987.
http://cs.aue.aau.dk/~kirstin/f7s2005/pdf/conklin.pdf
Enciclopédia e Hipertexto
http://www.educ.fc.ul.pt/hyper/
LYMAN, Peter and VARIAN, Hal R. How Much Information? 2003
http://www.sims.berkeley.edu/research/projects/how-much-info-2003/printable_report.pdf
[Volver]
NEURATH O. (ed.). International
Encyclopaedia of Unified Science. Chicago/Illinois, The University of
Chicago Press, 1938.
PANG, A. S-K. "The work of the encyclopedia in the age of
electronic reproduction". First Monday, v.3, n.9, 1998.
http://www.firstmonday.dk/issues/issue3_9/pang/
POMBO, Olga. Leibniz and the
Encyclopaedic Project.
http://www.educ.fc.ul.pt/hyper/resources/opombo-valencia.pdf
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